martes, 7 de diciembre de 2010

La peluquera del R y C

FOTO: Por Adu, con el móvil de Esther, ayer, en mi apartamento. Al fondo, mi amiga reflejada en el espejo (apenas se la reconoce).

"El marido de la peluquera" era el título de una película que me gustó mucho. La acabo de recordar.
Ayer se marchó mi amiga Esther, después de estar un par de días aquí conmigo. Estando con ella salió el tema de los pelos y las canas... Bum bum bum... me llegan los recuerdos como a saltos cuánticos, qué bonito es...

La peluquera del hospital Ramón y Cajal me dio un abrazo y un beso después de haberme afeitado la cabeza.

- ¡Qué valiente eres! - me dijo emocionada.

Ella no sabía que yo no soy valiente (?) ni tenía ningún mérito, estaba como un niño y lo que pensé cuando me dijeron con tanto tiento que me tenían que rasurar la cabeza fue lo siguiente.

Qué bien. Así resuelvo el tema de no volver a teñirme, que mira que siempre pensé y dije que no iba a teñirme, que te esclavizas a la peluquería de por vida y mira tú que la peluquera esa carera, la más cara de Salamanca me engañó, y con eso de "solo un poco de color" me puso toda la cabellera pringada de tinte casi negro con el albal ese de los cataplines y en esto, me llamó mi inquilina y como es semi-sótano no se me oía y a la calle me eché a hablar, vaya pinta debía yo tener con la bata rosa y los pelos pringaillos y con el albal, pero como era como un niño ni vergüenza ni nada, eso sí: cuando me percaté no me hacía ninguna gracia ese horror de verse las raíces de los pelos blanquitas...

Total, a lo que iba, que me disperso. Que cuando me dejaron como a Yul Bryner (no sé si se escribe así); vamos, calva calva, pues ni sentí ni padecí, solo pensaba que qué bien, ya no me vuelvo a teñir, ya no me engañan más...

1 comentario:

  1. A veces, no queda más remedio que aferrarse a ese "positivismo" sencillo que tan bien relatas. Pero ya lo creo que eres valiente Adu.
    Adelante,niña.

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