miércoles, 8 de diciembre de 2010

De calva a punki.


Nunca he sido coqueta. Siempre he pensado, aunque sean topicazos, que "la belleza está en el interior" y que "la cara es el espejo del alma". Por eso solía decir mi madre (cuando no estaba tan viejecilla como ahora) que parecía mentira que de una madre tan coqueta hubieran salido dos hijas tan poco (tan poco coquetas, ¿obviamente?)
El pelo en seguida me empezó a crecer, y se comenzó a percibir un tapiz "azul oscuro casi negro" (el título de otra estupenda película). Cosa de días. En cuestión de semanas, aún me ponía sombrero para salir a la calle, sobre todo porque aún atizaba el sol de verano. La primera vez que me sentía favorecida por un sombrero, pues hasta mis 53 veranos, siempre me dio la sensación de que parecía un champiñón.
Ya bromeé anteriormente sobre "mis trenzas", creo. Pero es que nunca me vi fea.

- Tiene que ser muy guapa para estar calva y no resultar fea - suenan estas palabras en mis oídos, dichas por norecuerdo quién.

Pues no soy ni guapa ni fea, y no seré yo quién lo juzgue, cada cual verá lo que quiera ver.

El caso es que a estas alturas, casi cinco meses después, tengo el pelo como mi hijo calificaría de "lesbiana" (*) pero me queda graciosillo y sobre todo, ahorro en peines que no me lo pienso dejar volver a crecer... En serio, ahorro sobre todo en tiempo de dedicación al pelo. Voy a ver si consigo "subir" una foto que me sacó días pasados mi amiga Esther.

(*) No sé si la palabra "lesbiana", gramaticalmente correcta, es con "be" o con "uve".

NOTA POSTERIOR: Consultado en diccionario de la R.A.L.E., lo correcto es "lesbiana", (procedente de "Lesbos")

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