lunes, 29 de noviembre de 2010

Hoy nieva en Madrid

Me sonrío cuando oigo decir que hace mucho frío. En esta urbe no han sufrido las mañanas a la orilla del Tormes helado ni esa “mañanita de niebla, tarde de niebla” que no deja ver el sol en todo el día. Soy de los que al sol tengo calor y a la sombra frío, de manera que mi intervalo de comfort es muy estrecho, pero me las apaño más o menos bien. Hoy caen copos y los puedo contar desde mi ventana; siempre escojo mi puesto de trabajo en función de lo que veo, y hoy veo nevar sobre los pinos y las aceras, bajo un cielo denso, muy distinto a ese azul que tanto me ha gustado siempre. Yo creía que era cosa mía, pero según me dijeron es cierto: en Madrid, como en Segovia, el cielo es de un celeste brillante especial, debido a nosequé fenómenos físicos metereológicos.
En cuanto olí nieve me cogí un taxi para volver de mi habitual paseo. Venía pensando que todo lo que cuento en este diario es absolutamente biográfico. Al contrario del anterior, en este blog no tiene concesiones a la fantasía, salvo lo de ayer, que no tengo ni idea por qué me salió la vena lírica y no tengo ni idea de lo que significa, pero no tiene que significar nada. Escribo porque me apetece (lo he dicho cien veces), porque me gusta y sin mayores pretensiones. Ahora, además, tiene un efecto terapeútico que, si lo pienso bien, en realidad siempre lo tuvo: escribir ordena la cabeza.
Al contrario que en el otro, en este blog no me interesa si me siguen o no, ni contesto normalmente a los comentarios; el anterior me enseñó mucho de retro-alimentación con el lector (creo que lo llaman feedback en lenguaje empresarial). Ahora sin embargo siento que cada cual es muy libre; yo sigo mi camino con independencia de lo que lean, escriban, piensen, digan, murmuren... Lo valoro como un síntoma de madurez por mi parte.
Superé con éxito la revisión para la renovación del carnet de conducir que ya tocaba. Me creció un poco la nariz: no tomo medicamentos, no me han operado de nada importante... Seguramente por eso le daba vueltas a lo de la sinceridad en el diario. Debe ser que ya no se me nota nada porque la gente me trata con normalidad (es decir, a lo bestia). El pelo me ha crecido lo suficiente como para parecer un pelo corto normal... ¿qué es “lo normal”? Pues “lo corriente”, diría mi hermano. Pues vale, mi pelo; mejor dicho, su longitud, es corriente.
Mañana pretendo hacer balance de los objetivos de este mes de noviembre.
Sigue cayendo nieve. Las aceras aún son grises y los pinos verdes.
El tamaño de los copos y su intensidad presagian una noche blanca.

1 comentario:

  1. Por aquí, que la nieve no es noticia en invierno, deseamos que caiga, para que limpie el sonido de este otoño.
    Besos.

    ResponderEliminar