sábado, 9 de octubre de 2010

Montaña rusa.

FOTO DE VICTORINO GARCÍA.
Mi evolución post-quirúrgica es como una montaña rusa: hoy estoy bien, ayer postrada en la cama con la cabeza a estallar. Afortunadamente, los bajones suelen curarse con diez horas seguidas de sueño. En los momentos más bajos, siento la energía salir a través de las puntas de todos y cada uno de mis dedos, en las manos y en los pies. Y pienso que la muerte debe ser algo así.

Lo que sí ha mejorado sustancialmente son las ganas. Me apetece todo: ir de viaje, pasear por la playa, reírme, ver a mis amigos, ir al cine, escribir, comer… cosas que en el último año fui abandonando por inapetencia.
Lo bueno de todo esto es haber aprendido lo que estoy aprendiendo, comprender la importancia de las ganas. Lo malo es que aún no tengo energía para hacer todo lo que me apetecería hacer.

Ayer falleció mi azalea: no ha soportado el trasplante. Y hoy llueve sobre las calles de Madrid. Las gotas que caen del cielo gris limpian mi ánima, dulce, levemente.

Y encima el de la imprenta era un borde.

2 comentarios:

  1. Las ganas... sólo eso es lo importante y si encima aprendes... ¡miel sobre hojuelas! (alguien sabe que coño son las hojuelas?)
    Y tu azalea, como la mía, se ha muerto sólo "pafastidiarte" siejjjqueeeee...
    Pues eso!

    P.D.: Quiérete mucho niña.

    ResponderEliminar
  2. Las hojuelas son los dedojuelos de los arboluejos, digo yo.
    Ya me quiero Cristalilla, ya me quiero, mi amor por mi misma no se lo llevó el quiste.
    Bss.

    ResponderEliminar