lunes, 25 de octubre de 2010

Una de bomberos.

Se suceden en mi memoria sucesos vividos los últimos días antes del diagnóstico certero. Unos me provocan vergüenza, otros risa y otros, una mezcla de ambas. Como aquel de los bomberos.
Estaba yo sola en casa de mi madre y me dió por llamar al servicio de extinción de incendios. Conté muy seria que "la casa de mi vecino se estaba quemando". A los cinco minutos llamaron al teléfono desde donde había hecho la llamada solicitando una información más precisa. Debí contestar una tontería -otra- y subieron a mi casa dos hombretones vestidos de bomberos, muy amables como yo lo fui. Recuerdo, como una imagen fotográfica, mi dedo señalando desde la terraza el edificio que se veía en frente, uno en concreto, pues se ven varios.

- ¿Ven ustedes esa ventana blanca, junto a la torre de la chimenea?
- Sí, señora, pero ahí ya hemos estado y no hay ni fuego, ni vestigios.
- ¡Ah! Pues antes sí, antes salía una columna de humo gigantesca.

Yo sabía que era mentira pero algo en mi interior me impulsaba a hacer esa gamberrada sabiendo que lo era (una gamberrada).

Los bomberos se despidieron muy correctos y no he vuelto a saber nada. Un día de estos escribiré al Servicio Municipal pidiendo disculpas.

Según escribo estas líneas, recuerdo que algunos minutos después me llamó "el jefe" y me dijo que vaya una gracia, señora, a lo que contesté que a mí sí me hacía mucha gracia.

1 comentario:

  1. no podes??? jajajaja en serio lo hiciste? jamás se me hubiera ocurrido!!! debe sentirse bien, cada tanto, hacer una de esas...salirse de "lo correcto", yo siempre siendo leal al "deber ser", aburre mucho ya... besos

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