domingo, 19 de septiembre de 2010

Insoportable levedad la del ser.


Tengo el vago recuerdo en mi memoria de que leí la novela de Milan Kundera "La insoportable levedad del ser" preguntándome dónde estaba la clave del título. Esto fue hace muchos, muchos años. Cuando al final, la pareja se mata en un accidente, el golpe se produce también en el lector. Así es la vida: de repente se acaba, de repente, sin avisar.

Los que hemos coqueteado con La Parca sabemos de su atracción fatal y también de la inutilidad de luchar si está decidida a llevarte con ella. Sin embargo, hay quienes aseguran que sólo mueres si, en el fondo, te dejas llevar. Somos terriblemente innecesarios, una mota de polvo en el Universo, fuimos y seremos la nada.
Sin embargo, yo ya no la deseo, necesito rematar unas cuantas cosas aún de este mundo, evitar el sufimiento a quienes me aman...

FRAGMENTO DE LA NOVELA CITADA:
(...)
En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.
(...)

FOTO DE JESÚS CARDEÑOSA: Monte Ararat (Armenia).

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NOTA POSTERIOR (sábado, 6 de noviembre de 2010).
Estoy leyendo por segunda vez la famosa novela de Milan. La estoy disfrutando mucho más; apenas recordaba nada, salvo el trágico final.
Desde el principio, el autor hace un magnífico (por lo profundo y por lo breve) planteamiento filosófico: el "peso" de la existencia, versus su levedad.
Sin embargo, en seguida se mete de lleno en la trama de la historia, mezclando con una destreza nada habitual, las reflexiones con el relato. En su forma, la novela es una historia de amor, como otras tantas. En su fondo, en efecto, nos habla de la insoportable levedad del ser.
Había dejado de leer todo lo que no fuera en versión original porque me molestan mucho las malas traducciones. En este caso tengo que reconocer la estupenda labor del traductor, Fernando de Valenzuela. Toda labor de traductor es realmente una interpretación del original, no es algo mecánico como pudiera pensarse. Sobre esto hay un divertido pasaje de una novela de Javier Marías cuyo nombre no recuerdo, quizá "Todas las almas" (?).
Estoy feliz porque soy capaz de mantener la atención en una novela algo más larga.
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NOTA POSTERIOR. (Domingo 21 de noviembre de 2010).
Ayer acabé la re-lectura. Me ha fascinado. Me ha emocionado. Me ha sorprendido. ¡Puf! Estoy tan impactada como cuando descubrí "Cien años de soledad".
Está claro que de jovencita no capté la gama de matices: filosófico, político, erótico, psicológico... Tengo señaladas páginas para hacer comentarios más detenidos sobre el libro.
De momento, constato que la he leído en dos semanas. Hacía mucho tiempo que no lograba empezar una novela y acabarla.

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Hoy sábado 27 de noviembre, día invernal y solitario, voy pasando los párrafos más brillantes desde mi punto de vista.

(Capítulo III: Palabras incomprendidas)
MUJER: ser mujer era para Sabina un sino que no había elegido. Aquello que no ha sido elegido por nosotros no podemos considerarlo ni como un mérito ni como un fracaso. Sabina opina que hay que tener una relación correcta con el sino que nos ha caído en suerte. Rebelarse contra el hecho de haber nacido mujer le parece igual de necio que enorgullecerse de ello.


(Capítulo III: Palabras incomprendidas)
BELLEZA DE NUEVA YORK: anduvieron por Nueva York durante horas; a cada paso variaba el espectáculo como si fueran por una estrecha vereda de un paisaje montañoso arrebatador: en medio de la acera un joven se inclinaba y rezaba, a poca distancia de él dormitaba una negra hermosa, un hombre vestido con un traje negro atravesaba la calle dirigiendo con gestos ampulosos una orquesta invisible, el agua brotaba de una fuente y alrededor de ella almorzaban sentados unos obreros de la construcción. Las escaleras verdes trepaban por las fachadas de unas casas feas de ladrillos rojos, pero aquellas casas eran tan feas que que en realidad resultaban hermosas, junto a ellas había un gran rascacielos acristalado y, detrás de aquél, otro rascacielos en cuyo techo habían construido un pequeño palacio árabe con sus torrecillas, sus galerías y sus columnas doradas.
Sabina se acordó de sus cuadros: en ellos también se producían encuentros de cosas que no tenían nada que ver...



(Capítulo IV: El alma y el cuerpo)
8
¿Qué es la coquetería? Podría decirse que es un comportamiento que pretende poner en conocimiento de otra persona que un acercamiento sexual es posible, de tal modo que esta posibilidad no aparezca nunca como seguridad. Dicho de otro modo: la coquetería es una promesa de coito sin garantía.

Tomás siempre ha intentado convencerla de que el amor y la sexualidad son cosas distintas. Nunca quiso entenderlo.



(Capítulo V: La levedad y el peso)
12

Su aventura con Teresa había empezado precisamente en el mismo punto en que terminaban las aventuras con otras mujeres... A Teresa la recibió descubierta... Antes de que tuviera tiempo de preguntarse cómo sería cuando hiciera el amor con ella, ya le estaba haciendo el amor.
La historia de amor empezó después: le dio fiebre y él no pudo mandarla a su casa como a otras mujeres. Se arrodilló junto a su cama y se le ocurrió que alguien se la había enviado río abajo en un cesto. Ya dije que las metáforas son peligrosas. El amor empieza por una metáfora. Dicho de otro modo: el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética.



(Capítulo VI: La gran marcha)
5

Si hasta hace poco la palabra mierda se reemplazaba en los libros por puntos suspensivos, no era por motivos morales... El desacuerdo con la mierda es metafísico. El momento de la defecación es una demostración cotidiana de lo inaceptable de la Creación. Una de dos: o la mierda es inaceptable (¡y entonces no cerremos la puerta del water), o hemos sido creados de un modo inaceptable.
De eso se desprende que el ideal estético del acuerdo categórico con el ser es un mundo en el que la mierda es negada y todos se comportan como si no existiese. Este ideal estético se llama”KITSCH”.
Es una palabra alemana que nació en medio del sentimental siglo diecinueve y se extendió después a todos los idiomas. Pero la frecuencia del uso dejó borroso su original sentido metafísico, es decir: el kitsch es la negación absoluta de la mierda; en sentido literal y figurado: el kitsch elimina de su punto de vista todo lo que en la existencia humana es esencialmente inaceptable.


(Capítulo VI: La gran marcha)
22
TODO COMPLETO SIN DESPERDICIO

… Los polos de la existencia humana acercándose hasta tocarse, sin diferencia ya entre lo elevado y lo bajo, entre el ángel y la mosca, entre Dios y la mierda...

(Capítulo VI: La gran marcha)
23
Todos necesitamos que alguien nos mire…
La primera categoría anhela la mirada de una cantidad infinita de ojos anónimos...
La segunda categoría la forman los que necesitan para vivir la mirada de muchos ojos conocidos. Estos son los incansables organizadores de cócteles y cenas...
Luego está la tercera categoría, los que necesitan de la mirada de la persona amada. Su situación es igual de peligrosa que los de la primera categoría...
Y hay también una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores..
.

(Capítulo VII: La sonrisa de Karenin).
3
Karenin parió dos panecillos y una abeja... Fue un sueño que tuvo Teresa... aquel sueño transformaba la enfermedad de Karenin en un embarazo y el drama del parto en un resultado a la vez ridículo y tierno: dos panecillos y una abeja.
...
Tomás se dio cuenta de lo afectada que estaba Teresa...
… simulaba querer pelear por el panecillo. En ese momento el perro le respondió a su amo con un gruñido. ¡Por fin! ¡Cuánto habían tenido que esperar! ¡Karenin tiene ganas de jugar! ¡Karenin aún tiene ganas de vivir!

...Volvieron a mirarlo y a pensar que Karenin reía y que mientras riera seguiría teniendo un motivo para vivir, aunque estuviera condenado a muerte...

Al cabo de un rato, como si se hubiera compadecido de ellos, se les acercó saltando sobre tres patas y dejó que le pusieran el collar...
… Tomás entró de puntillas en la habitación en la que estaba Karenin. Pero ella no quería dejarlo a solas con él. Los dos se agacharon hacia él, cada uno a su lado. En aquel movimiento conjunto no había reconciliación. Por el contrario. Cada uno de ellos estaba solo. Teresa con su perro, Tomás con su perro.
Temo que se queden con él, así, separados, cada uno solo, hasta el último momento.(Capítulo VII: La sonrisa de Karenin).


4

¿Por qué es tan importante para Teresa la palabra idilio?...
… podríamos decir que un idilio es la imagen que nos ha quedado como recuerdo del Paraíso... se movía en círculo entre cosas conocidas. Su uniformidad no era un aburrimiento, sino un motivo de felicidad.

… Adán, en el Paraíso, cuando se inclinaba sobre una fuente, aún no sabía que aquello que veía era él mismo. No habría comprendido a Teresa cuando, de niña, se ponía ante el espejo y trataba de ver su alma a través de su cuerpo. Adán era como Karenin. Teresa se divertía con frecuencia poniéndolo frente al espejo. No reconocía su imagen y se comportaba con increíble desinterés y distracción.
La comparación entre Karenin y Adán me lleva a pensar que en el Paraíso el hombre aún no era hombre... la nostalgia del Paraíso es el deseo del hombre de no ser hombre.
… La respuesta me parece sencilla: el perro no ha sido expulsado nunca del Praíso. Karenin no sabe nada de la dualidad entre el cuerpo y el alma y no sabe qué es el asco. Por eso teresa se siente tan a gusto y serena con él.

De la confusa mezcla de estas ocurrencias, crece ante Teresa una idea blasfema de la que no puede librar: el amor que la une a Karenin es mejor que el que existe entre ella y Tomás. Mejor, no mayor.
...
Es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada de Karenin. Ni siquiera le pide amor.
..
Y algo más: Teresa aceptó a Karenin tal como era, no pretendía transformarlo...
Y luego: el amor hacia el perro es voluntario, nadie la fuerza a él.




Párrafos transcritos de “La insoportable levedad del ser”,
por Milan Kundera, 10 ª edición febrero de 1992.

2 comentarios:

  1. es mejor el peso que la levedad, en todos sus sentidos...el peso de la responsabilidad, el peso del compromiso, el peso del afecto y todos los pesos que quieras...a pesar del esfuerzo y los sacrificios y los dolores, los prefiero, antes que no sentir nada, y que esa nada sea tan liviana que yo presuma existir sin sentido...

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  2. Somos innecesarios, sí, como motas de polvo en un desierto, pero hay motas, que por su mayor levedad, son llevadas por el viento, lejos, fuera del desierto.
    Así me gustaría ser. Y la muerte que me espere, por favor, que me quedan aún muchas cosas que hacer, y tengo miles de risas y miles de besos que vivir.

    Un saludo, Adu.

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