sábado, 23 de enero de 2010

Encerrada en el garaje: historia surrealista.

Hoy me levanté y me fui al supermercado que no tenía de nada y así se me hacía más corto el sábado. Y resulta que como el mando no me dejaba, se lo devolví al casero y me lo cambió por una llave (de accionamiento eléctrico también), una llave fea y gris, pero una llave al fin y al cabo.
A la vuelta (al supermercado es al único sitio del pueblo al que voy en coche), no sé qué me pasó, aún no lo entiendo, que ni parriba ni pabajo y pensé yo menos mal que es sábado y algún vecino saldrá y nada, que pasa media hora y casi una hora entera y allí nidios salvo la Adu algo desesperada por no entender. Recapitulo (rima con culo, qué cosa) y hago una película a cámara lenta de mis acciones pero nada, no caigo. Total que en esto se me ocurre llamar al 112 y a una amiga recién operada que no puede hablar pero sí leer, de modo que mensajito a Cristina y ella muy solícita que si quieres que haga algo y yo que no, mujer, que estoy empezando a dudar de mi capacidad porque a ver: ¿está mal la cerradura, mal la llave o mal yo? ¿Cómo me las apañaba yo días atrás -cuando aún tenía el dichoso mando- para abrir la puerta manualmente? NPI
Total que al final llega la poli que cuando el lunes me vean por allí van a flipar y (esto es el resumen) me liberan y yo que mire que de mí ya no me fío, ¿le importa intentarlo a usté?
Ciertamente, había un fallo eléctrico y también otro mecánico.
Y así hemos pasado la mañanita. Y me he agarrao un frío en los pinreles que paqué.

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