sábado, 30 de octubre de 2010

Mujeres al borde de un ataque de nervios.

A las diez y media de la noche de ayer, 30 de octubre de 2010, pusieron en TVE-1 la película de Almodóvar con este titulo.
En la noche del 30 al 31 de octubre se retrasó una hora el reloj, con lo cual, teóricamente, tenemos una hora más para dormir. Solo esto daría para un chorro de tinta, pero no es de esto de lo que hoy quería escribir, sino de "Mujeres..."
Lo haré más adelante.
Por ahora solo anotar que despues de tres meses en este centro de rehabilitación, me voy provisionalmente a un apartamento dentro de una residencia por la Ciudad Universitaria. No me siento aún fuerte para vivir sola y mi madre está peor que yo, con lo cual ha sido la mejor solución que se me ha ocurrido. En mi vida todo es siempre provisional. En realidad nuestra propia vida es provisional, no sé por qué necesitamos tener todo siempre "atado y bien atado". No sé por qué no se habla de la muerte con mayor naturalidad, si es algo que sabemos que pasará.
Bien, tal vez esa costumbre que he adquirido de la constante provisionalidad es lo que me hace afrontar las dificultades. Tampoco lo sé, solo sé que no sé nada, que ya es saber algo, creo yo. Desde luego ya sé mucho más que muchos de los psico-psiq-sics a los que he visitado durante tantos años, sin que ninguno supiera muy bien cómo encauzarme.
De modo que hoy, de mudancita, y lo pongo en diminutivo porque lo que tengo aquí, en el centro, es poca cosa que cabe en un par de maletas.
Seguiré con Almodóvar y sus mujeres en otro momento.

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Tengo mono de cine, pero lo que se dice ansia. Hace más de cuatro meses que no voy a una sala comercial. Me dicen que alquile pelis o “me las baje” de Internet pero no, es que no es lo mismo, no tiene nada que ver. En la sala grande y oscura, me hundo en la butaca, me sumerjo en la película y me olvido de todo. Zen puro, concentración absoluta.
La otra noche me quedé a ver “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1987) en la tele, para lo cual tuve que hacer estrategias y cambios en mi bio-ritmo natural, que es de acostarse muy pronto (diez u once de la noche) y levantarme también muy pronto (cinco, seis, siete de la mañana). Siempre ha sido así, ahora más aún.
Guardaba muy buen recuerdo de esa película, la que lanzó a Pedrito a la fama, aunque algunos ya le habíamos descubierto mucho antes con “Atame” y alguna otra cuyos nombres no retengo. Mi recuerdo de la película era de carcajada continua. Esta vez no me reí, no había sorpresa, ya que recordaba la trama. Pero lo que me dejó absolutamente admirada es el ingenio, la sensibilidad, el buen gusto, todo, de este Almodóvar que sin lugar a dudas, es un genio en lo suyo.
Lo primero que me llamó la atención es que en esa época no existía la telefonía móvil, claro, ya se nos olvida que hubo otra vida antes de.
La trama comienza con una mujer angustiada que no para de dejar recados por teléfono y de recibirlos en un contestador automático que asombra por su gran volumen. Entonces era una novedad lo del contestador, lo recuerdo bien, y eran como ladrillos. Esta vez, yo sabía lo que le angustiaba a Carmen Maura porque me acordaba. Una Carmen jovencísima y tipazo, por dios, en qué nos vamos convirtiendo. No digamos Antonio Banderas, con pinta de niño inocente y empollón.
Pedro lanza profesionalmente a quien pasa por su cámara, a la Maura creo que fue en su primera película “Pepi, Luci Boom y otras chicas del montón” y al yerno de la protagonista de “Los pájaros” de Hitchoc en “Atame”, “La ley del deseo” o tal vez otra; me estoy refiriendo a Antonio Banderas. Ya solo por eso me cae simpático Almodóvar, pero además tengo muchas más razones para admirarlo.
El guión de “Mujeres…” es perfecto. Una comedia de intriga, amor y humor, donde cuadra hasta la cuadratura del círculo. Desfilan por ella personajes de epopeya, tanto los principales como los secundarios. El taxista kistch, Rossi de Palma son flashes geniales. Por cierto, esta mujer picassiana también debe su estrellato a Pedro y en concreto por esta película, me parece recordar. Hay que tener mucho talento y valentía para hacer de esa mujer una actriz respetada y admirada, quien a mí personalmente me parece horrorosa de fea –aunque me recuerda mucho a las modelos de la época cubista de mi querido Pablo (Picasso)- y actriz normalita.
Color –los básicos: rojo, siempre rojo con Pedro, amarillo-, la arquitectura interior, la ciudad señorial, todos estos elementos que acompañan a sus películas, acompañan también a este singular guión y magnífica dirección. Mal dirigida hubiera sido un bodrio intragable.
Gracias, Pedro, por deleitarnos con tu Arte. Aunque sea el séptimo, no es por su importancia, sino por su orden cronológico. Para mí el buen cine es, ya lo he escrito, Zen puro, concentración absoluta.

(Por si cupiera alguna duda, no conozco personalmente a Pedro Almodóvar, aunque me encantaría).

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