domingo, 26 de septiembre de 2010

Desorden ordenado.


Intentando retomar mi vida, a veces me desespero porque me fatigo en seguida. Lo mental va muchísimo más rápido que lo físico. En un buen aprendizaje para cultivar PACIENCIA, algo que siempre me ha faltado.
Ordenar es una buena gimnasia mental. Me viene a la memoria esta frase de Miguel, colega y antaño jefe mío, del que tantas cosas aprendí: “Todo es un asunto de carpetas”. Es una de las frases suyas que se me ha quedado grabada y que recuerdo a menudo cuando “ordeno”, ya sea papeles, ya sean los archivos del ordenador. A veces las cosas más obvias han estado ocultas a mis ojos.
Como todo en este mundo depende de con quien se compare. Siempre tuve fama de ser persona ordenada pero al lado de mi cuñado, o de mi hermana, o de mi colega JL de Béjar, soy “un desastre”. El maletero de mi coche está “recién ordenado” cuando el de mi cuñado está asqueroso. En fin, podríamos seguir hasta el infinito y no viene al caso.
También tengo amigos que son un verdadero desastre y no puedo estar o colaborar con ninguno de ellos más de cinco minutos porque me siento perdida en ese mare mágnum de cosas a diestro y siniestro.
Prefiero el orden, pero ser demasiado ordenado puede llegar a la intolerancia. También el desorden suele ir asociado a una mayor creatividad, lo que me encanta.
En resumen, que los fines de semana me toca “archivar papeles” que tiene poco de hermosura, pero me deja algo de sabor satisfactorio, no sé que será…

2 comentarios:

  1. Adu, a mi mempasa que cuando ordeno por fuera, me ordeno por dentro, y me da una paz increíble! saludos

    ResponderEliminar
  2. Adu, te entiendo perfectamente. Mira lo que escribí en diciembre del 2008 en mi cuaderno:

    "La manía del orden

    Hay una cosa que debo aclarar con respecto a lo que escribí en su momento sobre la ‘fuerza de la costumbre’. Me refiero a la manía del orden.
    Tengo esa ‘manía’, y ver las cosas ordenadas me da una sensación de tranquilidad. El desorden y la suciedad me producen desasosiego. La imagen caótica de todas las cosas revueltas, sin orden ni concierto, no resulta nada positiva para mis nervios.
    Quiero decir con esto que esa ‘manía’ del orden tiene, si no es obsesiva, un sentido, y no obedece a la fuerza de la costumbre, sino a una necesidad, que tenemos algunos individuos, de que lo que nos rodea esté ordenado y tranquilo. Nuestros nervios así nos lo piden.
    Los que tenemos una sensibilidad delicada necesitamos ese orden. Otro tema aparte es el por qué de esta necesidad, pero seguro que no es a causa de la fuerza de la costumbre.
    Una sensibilidad delicada no es sino una sensibilidad que ha sido dañada. Ordenar las cosas, despejar las mesas de objetos sobrantes, poner en su sitio esa figura a la que tenemos aprecio, es poner un pequeño orden en nuestro pequeño mundo personal. Si eso nos ayuda a vivir, está bien.
    Pero, cuidado, que esto no se convierta en obsesión. Está bien ordenar para sentirse tranquilo, pero no hasta el punto de que si nos falta ese orden nos derrumbemos y suframos. Entonces la cosa nos sobrepasa y nos domina.
    En ese caso sí seríamos esclavos de la fuerza de la costumbre. Esto del orden, como todo, es bueno en su justa medida, en su naturalidad, pero más allá de ese límite se convierte en un mal que debemos evitar.

    Creo que esta noche voy a desordenar un poco las cosas..."

    Antonio H.M. (17 de diciembre, 2008)
    ....................................

    Un abrazo.

    ResponderEliminar