jueves, 30 de septiembre de 2010

29-S: huelga general.

Parece ser que hubo algún piquete en la Plaza de Castilla, en el intercambiador de autobuses, pero aquí dentro, en este Cole, apenas se notó la huelga. Nos dieron de comer como habitualmente. Yo animé a los que van en silla de ruedas a que se tiraran en masa a rodar pero nada, no me hicieron ni caso.
Recuerdo que escuché relatar, hace ya muchos años, cómo era la huelga “a la japonesa”: consiste en que los trabajadores se colocan una cinta amarilla en la cabeza y empiezan a producir a un ritmo mucho más veloz de lo acostumbrado. De esta forma, la producción aumenta y se produce stock de bienes con la consiguiente bajada de precios. No entro a valorar si es efectivo o no, yo nunca he creído en la precisión de la “ley de la oferta y la demanda” pero el sistema es, sin duda, original. La huelga, de producirse, debería ser más algo más artística, pienso yo.
En este caso razones para estar descontento sobran, da pena como cada vez nos parecemos más a lo que dejamos de ser e incluso nunca fuimos. Somos ahora un conjunto de pueblos llenos comercios cerrados y gente sin trabajo, solo abren bazares chinos… No quiero ser agorera (ya predije la crisis inmobiliaria cuando todo el mundo estaba en la inopia), entre otras cosas porque no soy vidente ni nada por el estilo, pero todo huele a que estamos en el principio del fin de esta civilización, del sistema liberal - capitalista, que ha sido tan alabado y tan criticado. Como ya he escrito, yo siempre fui muy escéptica.

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