Fue un invierno frío, largo y duro, muy duro. Llovió durante días y días. Los campos estaban anegados, el agua flotaba, literalmente, encima de los charcos.
Tea se acercó sin apenas ruido. Como el agua, chapoteó y chapoteó sin descanso hasta sentir un soplo de aliento en la nuca. Su auto-estima se encontraba en los límites del Infierno, completamente hundida. Se preguntaba qué haría con todas esas sensaciones: si dejarlas de lado, con lo cual se acabaría despreciando a sí misma, o afrontarlas cara a cara con lo que existían enormes probabilidades de equivocarse. Ninguna opción le encandilaba.
Oteando por mi portátil he topado con estas líneas escritas en Toro el ocho de marzo de 2010.
Cuadra con la entrada de ayer, por eso lo incluyo.
Hola corazón. He estado de vacaciones (cansadas vacaciones, ya sabes) Vuelvo hoy y te encuentro entre compasiva, altanera, guerrera y fatigada ¿Qué hacer con todo eso? Muy fácil, haz un coctel (ya sé que no se escribe así, pero me da igual) ponlo en una copa abierta, de esas de martini, bébelo a sorbos pequeños...no sé muy bien para que sirve, pero seguro que freskito, estará bueno.
ResponderEliminar¿Compartes conmigo una sonrisa? ¿Y un beso? ummmmmmmmmm nos van a sacar cantares jajajajajaja
Un te quiero mi niña.