jueves, 30 de diciembre de 2010

Adiós cigüeña... ¡adiós!









Con la inminente llegada del 2011, cierro este blog porque siento que este ciclo ya también acabó.
Mi año 2010 que empezó fatal y acabo fantástico. Acaba hoy, ahora.
Ayer estuve un ratito con Cuca y Kiko que me recordaron los Kikocuentos y me infundieron ganas de reorganizar el trabajo dormido.
Vinieron a comer conmigo mis colegas María V. y JFJ y celebramos nuestros 36 años de amistad con muchas carcajadas, alguna foto y proyectos de viajes y más risas en común. Subo las fotos que hemos hecho con el móvil de JF.
Cerró el día la llamada de mi amigo del alma JC, a quien acabo de nombrar "número uno de mi club de fans" porque ya lleva diez libritos míos regalados y me ha encargado otros cuatro.
Habrá un diario 2011, lo habrá, pero ahora me voy a dormir porque han sido demasiadas emociones para un cuerpo aún algo débil.


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PRIMERO DE ENERO DE 2011.
YA HE COMENZADO MI NUEVO DIARIO.

http://diariodeadu2011.blogspot.com

lunes, 27 de diciembre de 2010

Doña Rosita y sus compras

Rosita tiene ya ochentaytantos y siempre fue muy coqueta. A ella le gusta que la llamen "Doña Rosita", como a casi todos los de su generación porque, al parecer, procede de cuando quienes habían alcanzado el título de bachillerato, merecían ese tratamiento y se acostumbraba a hacerlo por deferencia, tuvieran ese nivel cultural o no.
A Doña Rosita le gusta mucho ir de tiendas desde siempre, pero no a cualquier tienda, no, sino a las más caras, a las de firma, a las de nombre, a las "mejores". En sus tiempos de prosperidad se lo podía permitir y se lo permitió holgadamente. También, hay que reconocerlo, hubo anteriormente tiempos difíciles y supo tirar con un par de modelitos al año, estilosos y de buena calidad, pero solo un par. Así, Doña Rosita vivió hasta que tuvo la desgracia de enviudar.
A partir de ese momento, su vida comenzó la trayectoria caótica sin retorno. Por un lado, porque ni Doña Rosita ni su marido estaban acostumbrados a "echar cuentas", elemental procedimiento matemático de ecuación:

LO QUE ENTRA = LO QUE SALE + LO QUE SE AHORRA

Aunque a veces el término "lo que se ahorra" es igual a cero.
Cuando el término "lo que sale" empieza a ser mayor de "lo que entra", hemos de tomar medidas. O eso es lo que hacemos la mayoría de la gente normal. (Inciso: ¿y qué es "normal"? ... ¡ah!, ¿quién se atreve a definirlo?)

La cuestión es que Doña Rosita nunca pudo con esa, en apariencia sencilla, operación aritmética. Nunca se le dieron bien las matemáticas. Una pena (o no).

La puntilla fue hace bien poco. Conversando de las ventajas e inconvenientes de utilizar tarjetas, de débito, de crédito o cualquiera de las versiones que existen en el mercado, Doña Rosita opinó:

- Pues a mí lo de la tarjeta me gusta muchísimo. Es la mar de cómodo. Metes la tarjeta en un cacharrito, le dan a un botón y yo sólo tengo que firmar. No hay que pagar ni nada, ellos se encargan de todo... Digo yo si será que lo pagan entre los comerciantes o algo así...

Sus hijos, presentes en la conversación se cruzaron las miradas. Al final, yo estallé en carcajadas y le dije:

- Doña Rosita, me acaba usted de inspirar un relato, esto tengo que contarlo, gracias.

Creo que le di un beso, no recuerdo bien.

Queda una vez más demostrado que la realidad supera la ficción y que la vida es constante fuente de inspiración.

La realidad supera la ficción
La vida, fuente de inspiración


¿Endecasílabos?

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lotería Nacional

FOTO: Número que jugábamos en la resi y que NO ha sido agraciado, en versión digitalizada. Por fin le voy cogiendo el tranquillo al escáner.
PREGUNTA FILOSÓFICA: ¿Entrará en el bombo la bola cero cero mil cero cientos cero cero? Me recuerda a un chiste, pero no, en serio yo creo que sí, que el 00000


sí que entra en el sorteo, como el 99999. Creo yo.
Otra cosa es si lo compra alguien porque, a ver, ¿quién va a comprar ese número? Cero compradores del número cero. Parece el título de una obra de teatro: CERO COMPRADORES DEL NÚMERO CERO.

Por una parte estoy muy contenta porque NO me ha tocado la lotería. Había tenido la premonición de que sí.

Como me abdujeron y ahora soy algo bruja, tuve esta visión: las cámaras de TV en la puerta de la resi y las viejecitas caturreando a la par que las auxiliares saltaban y brindaban con champán del malo... y yo subía a refugiarme en mi habitación porque me daba mucho corte (posibilidad “a”), o bien (posibilidad “b”), me daba la vena valiente y decía ante los micrófonos:

A mí ya me tocó la lotería este año: estuve a punto de perder la vida y la gané, ¿que más lotería puedo desear?

Ese mismo día, saqué pasta (unos 170 euros) de mi cuenta que utilizo ahora solo para caprichos e imprevistos pequeños. Con ellos compré ocho décimos (el cuento de la lechera) y los repartí entre la gente más querida. Y me quedé uno porsi.

Como no ha tocado deduzco que mi visón fue una tontería y que no estoy abducida o bien que el neurocirujano que me operó es fino fino.

En fin, que no me compraré el pisito en Madrid pero estoy muy tranquila porque ahora cada vez que intuyo un mal presagio sabré que es una tontería.

martes, 21 de diciembre de 2010

Goethe, la Bauhaus y el Románico

Leyendo a Kundera, me entró curiosidad por Goethe y esta mañana la he pasado en la biblioteca del Instituto Goethe en Madrid, Calle Zurbarán 21. Un edificio precioso, antiguo palacete sin duda, cercano a la Castellana.
Me habían recomendado una traducción de Rosa Sala que me tenían allí reservadita para mí. Me gusta.
También he estado mirando un libro grandote sobre la Bauhaus que me recordaba mis tiempos de la ETSAM y me acordé mucho también de María V., de JF y de Maribel (qepd), ya que hicimos un trabajo sobre la Bauhaus que nos quedó muy lucido, me parece que se lo quedó Maribel... ¿estará con ella en el cielo?
También me entretuve en mirar capiteles, cristos y tímpanos del Románico, que siempre me ha gustado mucho más que el gótico, y especialmente esas esculturas tan infantiles: rígidas, cándidas, como muñecos...

Llovía a la ida discretamente. A la vuelta llovía, primero muy poco, después más y más hasta que he "pillado" un taxi libre. Es en lo único que gasto ahora: en taxis, y poco, porque siempre que puedo voy andando (tengo todo el tiempo para llegar). Creo que, estando descansada, he recuperado mi velocidad normal.
Esta tarde toca recogimiento: ordenar papeles y contestar e-mails.

Mañana, como nos va a tocar la lotería (soy poco original en esta esperanza, lo confieso), un problema nuevo se nos planteará. Yo ya he decidido en qué emplearlo: comprarme un pisito en Madrid.

Y en un par de días entramos de lleno en las ñoñadades. Lástima de eclipse que nos perdimos anoche por estar el cielo nublado.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Desnuda tu prosa

Desnuda tu prosa de floritura
y tendrás Literatura.


(Yo)


Jo. Qué me está dando la vena poética. ¿Será por leer "La inmortalidad" de Kundera?, que me fascina, tanto como lo hizo "La insoportable levedad del ser". Puedo leer como mucho cuatro capítulos al día, tal es su profundidad. Pero ¡ojo! no es nada pedante.
Leerlo me está suscitando curiosidad por Goethe, del que leí algo en mi juventud. La semana próxima voy a ver si puedo acercarme a la biblioteca del Instituto Goethe en Madrid, con el que ya he contactado para que me recomendaran alguna traducción buena de "Poesía y verdad".
"Poesía y verdad" es un capítulo o parte de "Memorias de mi vida", de Goethe, que mencionó Paco, el padre de Celia, hace dos millones de años, cuando el tiranosaurio andaba a sus anchas por aquel jardín de Jávea, creo.

sábado, 18 de diciembre de 2010

La flor de Pascua, el negrito y el supermercado.


Después de unos días intensos de papeleo, llamadas y emociones (positivas y negativas), llegó el viernes y mi cita con la psicoterapeuta Yolanda. Comió aquí mi prima Paloma y me acercó hasta la zona y, como sobraba tiempo, me tomé un café y di una vuelta. En esto que me fijo que en la esquina donde hay una tienda de flores, muy bonita la tienda y muy bonita la flor.
Ya la semana pasada me dijo Yolanda que merecía un premio por mi auto-control, pero no supe decidirme por nada. Días más tarde recordé una preciosa pascua bicolor que había visto en una floristería junto a la casa donde viví mis primeros veinte años. Había preguntado su precio, veintidós euros, y me dije que lo pensaría.
Después del premio no materializado y la semana de sobresaltos y autocontrol extra, había yo ya tomado la decisión de comprarme la flor, aunque aún me dolían los veintidós euros.
Pero ayer, ese viernes, se me apareció una gemela de mi soñada flor y entré a preguntar.

- Son diez euros... me parece que sólo queda esa - me dijo el dependiente.
- ¡Me la llevo!

Me quedé tan contenta.
Iba yo por una estrecha y céntrica calle con mi bolso, ya habitualmente grande (¡qué tiempos aquellos en que los bolsos suscitaban la curosidad varonil!). Además, me había comprado unas magdalenas para desayunar y ahora, la flor.
Cuando voy a psicoterapia, como hablo mucho, me gusta llevar una botellita de agua para poder beber en las pausas. Con mis paquetes a cuestas, apenas se me veía y además estaba cansada del día, de la semana y del volumen. Paso por delante de un supermercado pequeño (no soporto los grandes) y me acuerdo del agua, pero... ¡cómo pasar de aquella guisa!

CONTINUARÁ

viernes, 17 de diciembre de 2010

Hogar, dulce hogar.


Pepo ya tiene "mamá de acogida" hasta que pueda volver conmigo.
O tal vez se encariñen tanto la una con el otro y el uno con la otra que... vete a saber. En la vida nunca se sabe.
Gracias, Asun.

domingo, 12 de diciembre de 2010

No es un día cualquiera

Soledad Puértolas.

La descubrí con “El bandido doblemente armado”, allá por el año 1990-1992, cuando aún era poco conocida (no digo “muy poco conocida” porque ya publicaba en Anagrama). Me atrapó.
Poco después, leí en una columna suya, o un artículo de opinión de

nosecuál
suplemento
dominical


(¡cielos! en verso con rima… ya casi soy poeta ;-)

La cosa iba de Ágatha Christie, hablando de la baja calidad de sus novelas. Me extraña la expresión “baja calidad” en boca de Soledad, pero ese es el mensaje, el concepto que yo recuerdo. Ni corta ni perezosa, que diría mi madre, yo la envié una carta a su editorial habitual expresándole mi disconformidad.
El lector madura, comenzamos de niños con los tebeos, pasamos por “Las aventuras de los cinco” y Zane Grey en la adolescencia, seguimos con Julio Verne y Herman Hesse en la juventud y, con un poco de suerte y vocación, nos vamos adentrando en la madurez de la mano de otros autores más Literarios, con mayúscula.
Ágatha Christie perteneció a mi época de adolescencia, trece añitos, junto con Celia, Isabel, y nuestra rebeldía contra las monjas. Así se lo expresaba yo, más o menos, a esta entonces “escritora secundaria” quien, para mi sorpresa, me contestó. Con tanta mudanza a mis espaldas, a saber dónde guardo esa carta que, recuerdo bien, estaba manuscrita e iba acompañada de una postal muy bonita con un dibujo de una cúpula de Brunelleschi.
Seguramente esto Soledad lo haya olvidado, o tal vez no, porque su calidad humana es de una talla XXXL. O tal vez sí, porque su memoria no puede tener veintiocho millones de gigabytes. Da lo mismo.

Ayer, ya señora académica (felicidades de corazón, Soledad), fue entrevistada en el conocido programa de Pepa Fernández "No es un día cualquiera" en RNE-1. Vaya “duelo” precioso de excelentes conversadoras. Hablaron de los personajes secundarios (tema de su discurso de toma de posesión como académica), de vecinos, de viajes, de vacaciones en familia, de salud…

Me sentí hace tiempo identificada con Soledad una vez que leí que ella nadaba a diario debido a su precaria salud. Yo tengo problemas en la espalda desde los trece años, con la que me llevo bien si nado, voy a un buen fisioterapeuta y no me excedo.

En esta charla con Pepa, volvió a salir el tema de su salud. Habló Soledad de la incomprensión de los demás ante las personas (especialmente si son jóvenes); de su “negación”. Le cuesta a la gente comprender que hay niños, jóvenes, maduros, que no podemos hacer las mismas cosas que los demás… como si quisieran negar que el dolor y la enfermedad existen, cuando son parte consustancial de la vida.

Me dejó la entrevista, en fin, bastante encandilada porque esta mujer es fluída y precisa, como su prosa. En sus novelas importa poco lo que pasa, lo realmente emotivo es el cómo lo cuenta ella, Soledad, que me envió una carta manuscrita hace millones de años y ahora… ¿dónde estará aquella carta? ¿dónde la postal de Brunelleschi?
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También hablaron de las mentiras. De esas mentiras que todos hemos dicho. De esas a las que los hijos, todos los hijos, hemos recurrido para evitar un "no te dejo" o por falta de ganas de dar excesivas explicaciones. Soledad le decía a Pepa que le interesaba "explorar esas mentiras". Este fragmento de la entrevista me recordó tantas cosas... Entre otras a mis favoritos "Apres la pluie" y "Preludio del desamor".
Pero como decía, no sé bien si Joyce en "Retrato de un artista adolescente" o Rylke en "Cartas a un joven poeta", como alguno de los dos escribió:

"... cuando el artista ha finalizado su obra, permanece indiferente, limándose las uñas..."


Lo cual a mi vez me recuerda a la ironía de la concursante que se lima las uñas mientras el jurado delibera sobre su propuesta al concurso (en mi breve relato "El jurado"). No sé si esta ironía puede ser captada, al menos no fácilmente.

Como escribía, que me disperso, yo ya estoy pensando en mi siguientes pinitos cuando acabo de poner a la venta mi primera cosa.

Y también comentaba hace unos días con alguien (¿con Esther?):

- Yo ya he tenido un hijo, he plantado un árbol y he escrito un libro. Mi misión en la vida está cumplida - eso se decía antes, no sé ahora.

En realidad he plantado varios árboles, no muchos, pero sí dos o tres y uno de ellos -un abeto de navidad- prendió y creció, hace tiempo que no voy a verlo. También he escrito más de un libro (si es que se puede llamar "libro" a lo que he/me han publicado).
Sin embargo me quedé con ganas de tener una hija; la Naturaleza no quiso y yo no quise contrariarla. Ahora ya es tarde.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Pepo... ¡guau, guau!

Encontraron a mi perrito temblando de frío y de miedo, abandonado en los jardines del Hospital de la Trinidad. No llevaba micro-chip. Eso me contó Isabel, la voluntaria de la Sociedad Protectora de Animales.
Pepo es mediano, mezcla de pastor catalán y terrier, unos once kilos de peso. Yo iba buscando un perro pequeño para poderlo llevar en transportín, pero allí todos eran grandes, casi todos feos. Me llamó especialmente la atención este perrillo (bautizado como "Pimpi" en la Protectora) porque no paraba de ladrar y porque era (es) bonito, muy gracioso, a pesar de esos dientes tan feos.
Volví otro día a la Protectora con mi hijo para que me ayudara a decidirme y él no lo dudó: salimos de allí con “Pimpi”, rebautizado “Pepo”. Lo asombroso, al menos para mí, fue que nada más entrar en mi coche, yo de conductora, mi hijo con Pepo en su regazo, dejó automáticamente de ladrar. Desde ese momento Pepo solamente ladraba cuando nos alejábamos de su lado. También, ahora voy haciendo memoria, se ponía algo histérico cuando nos cruzábamos con alguien haciendo “footing” o veía u olía algo que sin duda le disgustaba, no logro aún atar todos los cabos.
Pepo me demostró un agradecimiento y un amor exagerados, que llamaron la atención de cuantos nos conocieron. A medida que yo iba enfermando, su ansiedad aumentaba, pero como ignorábamos mi estado, no sabíamos a qué atribuir su creciente estado de agitación. Llegó a darme algún disgusto por enfrentarse con otros perros por la calle.
Pepo se quedó en una residencia canina de Zamora para un fin de semana y… hasta ahora. Ahora debo tomar una decisión respecto a su futuro y me preocupa. Solo quienes hemos convivido con un animal comprende esta preocupación. Como me advirtieron mi hermano y un querido amigo (quien entonces tenía una perra), el animalillo lega a convertirse en un miembro más de la familia.
Durante estos cinco años –el puente de la Constitución fue el aniversario de la adopción- me he sentido más querida que por ningún otro ser vivo.
Respecto a su edad, nadie lograba darme una fecha aproximada, unos que tres, otros que cinco, otros que siete años. Según la media, ahora Pepo debe tener el equivalente a mi edad aproximadamente: unos diez-doce años perrunos, unos cincuenta humanos.

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MARTES 14 DE DICEIMBRE DE 2010

Pepo, mi pepito, era un perro manso y dócil, tranquilo, nada juguetón. Pasa el día tumbado, junto a quien le cuida; es decir, Pepo ha permanecido tumbado junto a mí en estos últimos cuatro años y medio. En los paseos, al menos dos diarios: uno corto y otro largo, tenía aspecto de perro feliz, meneaba su rabo e iba curioso fisgando todo. Se comía las avispas. Corría como una exalación detrás de algún conejo o animal que se le pareciera, debe ser por su algo de sangre cazadora. Un estómago de perro delicado porque casi todo lo que no fuera pienso le sentaba mal, no le podía dar ni huesos, que le chiflaban, porque al día siguiente vómitos y diarrea. Los primeros meses me molestaba en hacerle guisos sencillos de carne con arroz pero más tarde desistí. Cuando se le escapaba su caca, se quedaba avergonzado en un rincón, debajo de una mesa o bien, trataba de llamar la atención y dirigirte hacia donde estaba la prueba de su "delito". Su estado gástrico empeoraba en verano.
Una vez le descubrí una capa opaca en un ojito, pensé que sería que iba siendo viejo. La veterinaria le miró y recetó unas gotas que para ponérselas era un sufrimiento, pues no se dejaba. Al cabo de varias semanas, vimos que no mejoraba nada la herida. Tuve que llevarlo, por indicaciñón de la propia veterinaria, a una clínica oftalmológica en Madrid y le practicaron una sencilla intervención quirúgica. Esa noche, se subió a mi cama por la noche, cosa que no había hecho jamás (necesitaría sentirse más acogido, mimo, en definitiva). No lo volvió a hacer.
Pepo solía dormir a la puerta de mi dormitorio, sobre un cojincillo. Algunas veces, no siempre, se escapaba y se metía debajo de mi cama. Cuando mi hijo aún vivía en casa, aprovechaba cualquier ausencia suya y despiste mío para subirse en su cama vacía.
En general no daba problemas, salvo los derivados de sus molestias gástricas, que se corrigieron bastante cambiándole la alimentación por únicamente pienso y agua. En primavera se mostraba enloquecido y corría detrás de las perritas en celo, pero en cuanto el perfume se disipaba, él se calmaba. Sí que era molesta su excesiva dependencia de mí, que incluso manifestaba queriendo "montarme", cosa que escandalizaba a mi madre y a mi hijo, y que yo, sin alentarle, interpretaba como una demostración de alegría. Los perros no entienden de moral y menos de "moralina". Esta pasión desbordada por su dueña se empezó a hacer más molesta en los últimos meses. Visto con la distancia, seguramente Pepo me notaba rara e intuía que no estaba bien. La cuestión es que estuve planteándome si castrarle, pero personas allegadas no me lo aconsejaron, "les cambia el carácter" me dijeron, y yo dudaba. Una veterinaria francesa en Toro me habló de algo innovador: un implante superficial, bajo la piel, que reducía el nivel de testosterona pero era reversible pues tenía una duración aproximada de seis meses. Se lo pusimos hacia Navidades, concretamente creo que el día 28 de diciembre. Empieza a hacer efecto lentamente y en efecto, hacia un mes después, nada había cambiado en apariencia, pero no hacía muestras de "querer montarme" (puesto entre comillas), pero seguía dando saltos y ladrando en cuanto me presentía y se quedaba con la cabecita ladeada cuando me marchaba.
- Es que eso, esa ansiedad, no se la vamos a poder quitar nunca -me dijo la veterinaria francesa.

Yo luchaba en mi conciencia por lo molesto de esa exagerada dependecia de mí, pero realmente no sabía cómo actuar.

En los últimos meses, como creo ya he escrito, se volvió incluso agresivo, haciendo gestos de ataque a otros perros al cruzarse con ellos.

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Mi madre se ha sentido celosa, me consta, de Balto (el huskie de mi sobrina, bueno la mascota de toda la familia). Un día me preguntó si no pensaba yo que mi hijo podría estar celoso de Pepo.

- Pues no sé mamá, me parece fuera de lugar, mi hijo ya es marorcito ¿no? En todo caso, él participó de forma activa en la decisión de tener un perro.

Todo esto me recuerda al capítulo tan magníficamente descrito por Kundera, en el que habla de la perra Karenin. Por cierto, creo que aquí le pillo un pequeño fallo a mi admirado Kundera. En Rusia, si no me equivoco, las hembras toman el apellido del marido añadiendo una "a". Por ejemplo Gorbachov, Gorbachova.
Al perro de Teresa y Tomás en la novela lo bautizan "Karenin" en recuerdo de la novela de Tolstoi.
Entonces, si Karenin es macho, el perro no puede "parir panecillos y miel", no puede ser una perra.
También es posible que el nombre se deba a Anna Karenina (la conocida Lara de la película Dr. Zhivago) y la diferencia (Karenin/Karenina) sea cuestión de interpretación del original.
Me gustaría averiguarlo.
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JUEVES 16 DE DICIEMBRE

Nuestro paseo habitual consistía en recorrer el Paseo fluvial del Tormes. En uno de los primeros días de paseo, Pepo vio u olió algo parecido a un conejo (tal vez un visón; había muchos escapados de un criadero cercano), y se lanzó como un poseso hacia ello. El bichillo se metió en una finca por debajo de la cancela, agujero por el que el perro no cabía. Pegó Pepo un salto de tal calibre que saltó la tapia, un muro de más de dos metros de alto. Allí estuvo ladrando y “haciendo de las suyas” bastante tiempo. Al cabo de un buen rato, yo ya le daba por casi perdido, salió cojeando con la pierna ensangrentada, cojeando pero corriendo hacia mí -buscándome-.
Afortunadamente, muy cerca está la clínica veterinaria donde le atendían habitualmente. Maria José, la facultativa, le limpió y curó la herida con mimo. Me dijo que la herida parecía una mordedura de perro grande. Pepo cojeaba ostensiblemente. De repente, me di la vuelta para coger algo y Mª José, muerta de risa, me dijo:

- Espera, espera, vuélvete otra vez… Ja ja ja… cuando tú no le miras, el perro no cojea…

Otras anécdotas simpáticas.
Pepo y sus novias.


Al llegar la primavera, a Pepo le encantaba ponerse a mirar por la ventana (ventana grande, llegaba hasta el suelo). Bueno, casi siempre miraba por la ventana o a mí. Teníamos en aquella casa unas vistas muy bonitas, hacia el río, y había muchos paseantes como nosotros. Le habilité un sillón viejo que estaba a punto de tirar y lo puse en un rincón estratégico para que pudiera mirar hacia el paseo fluvial. Cuando olía alguna perrita en celo, se ponía en estado de alerta, rígido el rabo y las orejitas. Hizo muy buenas migas con una perrita similar a él, Luna, cuyos dueños eran una pareja que vivían en la misma manzana y se pasaban la vida allí. Luna se hacía la interesante, coqueteaba en torno a Pepo e incluso le daba cariñosamente con la patita, pero cuando Pepo intentaba acercarse más, la pícara se echaba a correr. Los dueños y yo teníamos medio convenido que en el próximo celo de Luna, se hicieran novios. Un día primaveral, sin previo aviso, Luna se sentía cariñosa y Pepo estuvo bailando a su alrededor. Los filmé con mi móvil pero nunca supimos si llegaron a culminar su affaire.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

De calva a punki.


Nunca he sido coqueta. Siempre he pensado, aunque sean topicazos, que "la belleza está en el interior" y que "la cara es el espejo del alma". Por eso solía decir mi madre (cuando no estaba tan viejecilla como ahora) que parecía mentira que de una madre tan coqueta hubieran salido dos hijas tan poco (tan poco coquetas, ¿obviamente?)
El pelo en seguida me empezó a crecer, y se comenzó a percibir un tapiz "azul oscuro casi negro" (el título de otra estupenda película). Cosa de días. En cuestión de semanas, aún me ponía sombrero para salir a la calle, sobre todo porque aún atizaba el sol de verano. La primera vez que me sentía favorecida por un sombrero, pues hasta mis 53 veranos, siempre me dio la sensación de que parecía un champiñón.
Ya bromeé anteriormente sobre "mis trenzas", creo. Pero es que nunca me vi fea.

- Tiene que ser muy guapa para estar calva y no resultar fea - suenan estas palabras en mis oídos, dichas por norecuerdo quién.

Pues no soy ni guapa ni fea, y no seré yo quién lo juzgue, cada cual verá lo que quiera ver.

El caso es que a estas alturas, casi cinco meses después, tengo el pelo como mi hijo calificaría de "lesbiana" (*) pero me queda graciosillo y sobre todo, ahorro en peines que no me lo pienso dejar volver a crecer... En serio, ahorro sobre todo en tiempo de dedicación al pelo. Voy a ver si consigo "subir" una foto que me sacó días pasados mi amiga Esther.

(*) No sé si la palabra "lesbiana", gramaticalmente correcta, es con "be" o con "uve".

NOTA POSTERIOR: Consultado en diccionario de la R.A.L.E., lo correcto es "lesbiana", (procedente de "Lesbos")

martes, 7 de diciembre de 2010

La peluquera del R y C

FOTO: Por Adu, con el móvil de Esther, ayer, en mi apartamento. Al fondo, mi amiga reflejada en el espejo (apenas se la reconoce).

"El marido de la peluquera" era el título de una película que me gustó mucho. La acabo de recordar.
Ayer se marchó mi amiga Esther, después de estar un par de días aquí conmigo. Estando con ella salió el tema de los pelos y las canas... Bum bum bum... me llegan los recuerdos como a saltos cuánticos, qué bonito es...

La peluquera del hospital Ramón y Cajal me dio un abrazo y un beso después de haberme afeitado la cabeza.

- ¡Qué valiente eres! - me dijo emocionada.

Ella no sabía que yo no soy valiente (?) ni tenía ningún mérito, estaba como un niño y lo que pensé cuando me dijeron con tanto tiento que me tenían que rasurar la cabeza fue lo siguiente.

Qué bien. Así resuelvo el tema de no volver a teñirme, que mira que siempre pensé y dije que no iba a teñirme, que te esclavizas a la peluquería de por vida y mira tú que la peluquera esa carera, la más cara de Salamanca me engañó, y con eso de "solo un poco de color" me puso toda la cabellera pringada de tinte casi negro con el albal ese de los cataplines y en esto, me llamó mi inquilina y como es semi-sótano no se me oía y a la calle me eché a hablar, vaya pinta debía yo tener con la bata rosa y los pelos pringaillos y con el albal, pero como era como un niño ni vergüenza ni nada, eso sí: cuando me percaté no me hacía ninguna gracia ese horror de verse las raíces de los pelos blanquitas...

Total, a lo que iba, que me disperso. Que cuando me dejaron como a Yul Bryner (no sé si se escribe así); vamos, calva calva, pues ni sentí ni padecí, solo pensaba que qué bien, ya no me vuelvo a teñir, ya no me engañan más...

sábado, 4 de diciembre de 2010

Para pensar en un día de descontrol aérero

Igual que la física clásica dio lugar a la Ilustración y al mundo que ha venido después, es muy probable que la física cuántica de lugar a un mundo futuro radicalmente distinto al que conocemos. Puede que el ordenador cuántico detrás del que vamos sea la “maquina de vapor” de la nueva civilización hacia la que nos dirigimos.

http://www.tendencias21.net/cogno/Dos-realidades-la-fisica-y-la-mental_a55.html

jueves, 2 de diciembre de 2010

Otra anécdota del drama pasado y las ganas.

FOTO: "El efecto refexión", por Adu. Basilea, julio de 2007. En el ángulo superior izquierdo, aparece reflejada, de espaldas y en la acera de en frente, mi amiga Pipé.
Será la portada de mi próxima auto-edición-publicación si nada lo impide.


Recuerdo a mi hermana Marga, mirando su block de notas en mano, diciendo en la consulta del neurólogo:

- ... Es que hace cosas muy raras... por ejemplo: ella es muy creativa y ahora no escribe...

Aquello me impresionó porque me demostró:

a) Que mi hermana me observaba y me leía
b) Que me considera "muy creativa" y
b) Que a ella le parecía un síntoma evidente de deterioro el hecho de que yo no escribiera.

Es cierto que estaba tan degradada, tan degradada, que apenas escribía y, aunque nunca dejé de hacerlo del todo, no "subía" cosas a mi blog porque me parecían horrorosas.
Lo primero que recuperé fueron las ganas de hacerlo. Poco a poco, también la calidad. Aún ando algo baja de creatividad, por eso aprovecho para recopilar y editar mis escritos.

Aquella consulta del neurólogo en una conocida clínica madrileña sucedió a primeros de julio, justo unos días después de la visita al Psiquiatra Super Altivo Elegante. Mi hermana hablaba (esta vez mi hermano no pudo venir y mi "cuñadito" esperaba fuera). El neurólogo, la escuchaba con cara de ateo en Misa, y finalmente, ante la insistencia de mi Marga nos dio el "volante" para las famosas pruebas. Dijo a la vez que las extendía:

- Mire señora, le voy a ordenar las pruebas porque estoy obligado a hacerlo pero en fin... esto no es así... tendría que haber otros síntomas...

Mientras tanto, yo, como un niño pequeño de la mano de su madre, sin comprender nada pero dejándome llevar.

Escribo esto por si algún día alguien duda de que mis hermanos me salvaron la vida.
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Creo que ya he escrito varias veces en este diario que las ganas son muy importantes, que el cuerpo no me sigue pero que con la cabeza voy a todas partes. Quiero decir, que me comería el mundo si pudiera. Obviamente no puedo aún.

En la última fase antes de la operación estaba absolutamente desganada. Me daba pereza cualquier cosa: hablar, moverme, salir con amigos o amigas... Me pasaba el día tumbada viendo la tele, cosa que no he hecho en la vida, todo el día pegada a la UNO. Desayunaba con las noticias (esto me sigue gustando porque, entre otras cosas, como no leo la prensa, al menos me entero de los titulares de TODOS los periódicos del día). La mañana me la chupaba toda entera con el saber vivir (recuerdo los sanfermines contados por Mariló Montero como cosa última - qué cerca estaba ya mi ingreso en el Hospital-). Me veía hasta las fotonovelas esas que tienen tres millones de capítulos y nunca pasa nada, todos los personajes son malísimos y buenísimos... Entendí por qué a la masa general le gustan este tipo de programas: no tienen que pensar, es muy cómodo.